Artículo.- NIÑOS TIRANOS
Revista : CELEBRA
Revista mensual del periódico Victoria de Durango
Edición: febrero de 2023
Dra. Ma. Luisa Rivera García
Facebook: Dra. Ma. Luisa Rivera
Correo electrónico: marialuisarg0505@gmail.com
En esta ocasión hablaremos del trastorno conocido como “Síndrome del Emperador” o de “Niños tiranos”.
No se trata sólo de niños dominadores, siempre ha habido seres con tendencia a imponer o controlar. El trastorno del Emperador va mucho más allá, es más complejo, involucra no sólo un tema de temperamento personal, es un tema familiar, involucra tanto al niño (a) como a los padres y familiares cercanos.
Es un síndrome que se puede presentar desde muy temprana edad, incluso en los primeros meses de vida, aunque en esos primeros meses no sería propiamente un trastorno neurótico, estaría más del lado de un trastorno temperamental.
Ya como trastorno neurótico se caracteriza por: exigir una demanda de atención total y constante; una sensación de omnipotencia que no respeta ningún orden jerárquico; una exigencia ilimitada; una Intolerancia total al fracaso y poca capacidad de esfuerzo y consistencia, entre otros síntomas.
Los primeros estudios sobre “tiranos” surgieron en Estados Unidos alrededor de 1965. En Europa y Japón encontramos estudios serios de diagnóstico de casos para 1975, en México las primeras publicaciones surgieron en el 2000 y para el 2014 ya hay una “explosión” de casos documentados.
En ese tiempo (2014) se presentaba más en niños que niñas en una proporción de 1 a 5. Sin tener datos exactos, podemos suponer que la proporción de niñas se ha incrementado en la medida que la perspectiva de género ha permeado la educación y las expectativas que se tienen hacia ellas.
La inteligencia no es un dato significativo, los chicos que presentan estos síntomas los podemos encontrar en todos los niveles de IQ.
Lo que sí encontramos repetitivamente, son circunstancias que podríamos calificar de “especiales”, circunstancias “disparadoras” del trastorno como: ser hijo único; ser el primogénito o el benjamín (el menor) de la familia; haber nacido después de que la familia hubiera sufrido alguna o varias pérdidas (muertes prematuras, abortos-inducidos o espontáneos, accidentes, etc.); ser hijo adoptivo; ser hijo adoptivo de una cultura diferente a los padres de acogida; que el chico hubiera vivido una situación de riesgo de muerte por alguna enfermedad o accidente; padecer alguna discapacidad física o mental; arribar a una familia donde los padres sean añosos o muy jóvenes; se presenta generalmente en clase media o alta y en contextos urbanos.
Los chicos tiranos son niños mal humorados. Aunque parezcan privilegiados, en realidad sentir el peso de “estar al cargo” es fuerte, lo que deviene en un cansancio y frustración constante. Son chicos solos, al querer controlar o imponerse a sus iguales tienen problemas de aceptación e integración. Su futuro está comprometido al sentirse “los amos” en su contexto familiar, querrán encontrar y exigir el mismo patrón fuera de este círculo cercano. Ya podremos imaginar que eso será difícil de encontrar, lo que les acarreará un sinfín de dificultades para sostener estudios profesionales o alguna forma de subsistencia, siempre habrá autoridades, jefes o clientes a los que no podrán subordinar. Tienden a ser autoritarios, melancólicos, mimados, cerrados o incluso violentos.
Como podemos deducir, antes de convertirse en una patología estructural, hay mucho que los padres pueden hacer: mantener el difícil equilibrio entre autoritarismo y permisividad; brindar una contención constante y firme; poner y hacer respetar limites reforzando amorosamente el vínculo jerárquico existente entre padres e hijos: “yo soy el grande y tú el pequeño” “yo veo por ti y tú obedeces”.
Además, habrá que hacerlo en equipo con todos los involucrados en la crianza del pequeño.
La inmensa tarea que conlleva ser padres con un “poquito” más de dificultad y mucho más de aprendizaje y crecimiento. Un hijo tirano nos obligará a desarrollar disciplinas y orden, a poner un límite amoroso firme y constante, a dar amor “Maduro”.