¿Niños por siempre?

#MeToo
abril 26, 2018
TRABAJO NO REMUNERADO
mayo 17, 2018
Show all

¿Niños por siempre?

 

Artículo.- ¿Niños por siempre?

Revista : CELEBRA

Edición: AÑO 4/EDICIÓN 4

Revista mensual del periódico Victoria de Durango

Dra. Ma. Luisa Rivera García

 

Ser niño es alegría, creatividad, imaginación, pero también miedos, angustia, desconciertos. Y en ese ir creciendo nos vamos “adaptando” a la vida con nuestras heridas a cuestas. Vamos de una etapa a otra dejando temas sin resolver, en algunos casos escondiéndolos; montándonos encima de ellos; cerrándonos o quedándonos atascados en algún momento de la infancia, como el personaje de el “tambor de hojalata”, que frente a la crueldad de la guerra se niega a crecer. Carl Jung las llamó las “heridas del niño interior”, pero fue hasta finales de los 80’s que se popularizó el término y diferentes corrientes de la psicoterapia se enfocaron en el trabajo con el “niño interior”. Niño interior porque fisiológicamente el cuerpo continúa su crecimiento mientras que emocionalmente no se madura, no se crece en concordancia.

Existen diversas manifestaciones de heridas no resueltas en el “niño interior”. En esta ocasión nos vamos a acercar al niño eterno, las personas que se quedan emocionalmente atrapadas en una etapa de su infancia. Desde la psicoterapia norteamericana, sería el síndrome de “Peter Pan”. Mencionaremos los síntomas que, agrupados, nos dan indicios claros de un problema que puede llegar a convertirse en una neurosis que dificulte la sociabilización, la relación con los “otros”, los que no son “yo”. Conductas que tienen un efecto negativo en el camino a una vida plena. Desde luego que hay diferentes acercamientos; pocas veces se presentan todos los síntomas en una misma persona y la forma de expresarlos está atravesada por el género: no es lo mismo ser una “niñota” que un “niñote”, todos caemos alguna vez en algún infantilismo, lo difícil  es cuando se establece como una forma de enfrentar la vida.

El primer signo es cuando buscamos el placer por sobre todas las cosas. Y me dirán: “pues todos queremos eso”, y es cierto, la cosa es que desde el niño queremos que sea gratuito. Madurar es saber que mis decisiones o deseos cuestan, y estar dispuestos a pagar por ellos. El niño quiere poder tenerlo todo, solo porque lo desea sin ningún cargo o esfuerzo. Quiere volver al seno materno y no salir de ahí. Esto deviene en varios aspectos:

  • Se es incapaz de aceptar un error.
  • Cualquier dificultad es culpa de los demás.
  • Es muy difícil asumir un compromiso de la índole que sea.
  • Los planteamientos frente al mundo son poco realistas.
  • Los criterios éticos son elementales y moldeables.
  • Existe un extremo apego a determinados objetos o personas.
  • Se delega, evade o posterga cualquier responsabilidad.
  • No se acepta la confrontación, ni se confronta.
  • No hay posibilidad de respuesta frente a situaciones de estrés o dificultad.
  • Existen cambios de humor drásticos y momentáneos.
  • Hay poca tolerancia a la frustración.
  • La mentira como forma de respuesta.
  • Se es muy influenciable.
  • Pretender resolver desde el berrinche, grito o golpe.

Creo que es claro que estas características, lejos de simplificar o hacer grata la vida, la complicarán enormemente, ya que será imposible desarrollar el máximo de las potencialidades psicomotoras, intelectuales o afectivas buscando solo gratificaciones o respuestas inmediatas a las necesidades del ego.

Estar en paz con las diferentes etapas de la vida, transitar por las inevitables dificultades, resolviendo y creciendo a partir de ellas, no es fácil, pero es posible, y si algo quedara pendiente aún podemos trabajar con nuestro “niño interior” para ayudar a reconciliar cada periodo y acceder a una buena vida, como ser maduro en concordancia con la edad cronológica.

Comparte con tus amigos...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *