Artículo.- La madre perfecta
Revista : CELEBRA
Edición: mayo, 2024
La mayoría hubiéramos querido tener una madre ¡perfecta! Lo más probable es que no la tengamos, nuestras madres son seres humanos y por tanto seres perfectibles siempre, perfectos difícilmente.
Venimos de mujeres humanas, con una experiencia de vida propia que muchas veces desconocemos y/o desconocemos el contexto histórico en que se desarrollaron o las limitaciones de su circunstancia personal. Desconocemos sus dolores, sus abusos, sus exigencias, sus miedos y sus limitaciones.
Y tal vez sí nos lastimó, humilló o abandonó y no supo darnos amor, amor maduro. El amor que cualquier niño (a) merece. Casi seguro ella tampoco lo recibió, tal vez su madre también fue distante, exigente, fría y creció en el desamor. Y esa mujer, de quien ella viene, tu abuela, esa cariñosa abuela pudo haber sido muy diferente como madre, ella misma traía sus heridas.
Así es, la carga viene de más atrás, aún sin saber el devenir de tu abuela o tu bisabuela o tátara abuela ya sabemos que fue difícil. No hace mucho que un animal de carga era más valorado que una mujer. De ahí venimos, con mayor o menor peso todas estamos influidas por una carga ancestral (hasta siete generaciones atrás) de mujeres que no fueron vistas, valoradas o bien amadas. Mujeres que no recibieron amor maduro.
Cada quien elige romper el patrón doloroso o quedarse en el resentimiento y repetir el esquema desde la lealtad invisible (invisible porque no es consiente).
Cuando trabajas en sanar el vínculo con tu madre todas tus relaciones empiezan a fluir, la distancia con la madre es la distancia que mantendrás con todas tus relaciones importantes: pareja, trabajo, dinero, éxito, abundancia, salud, incluso la relación con tus hijos será influida por la energía del vínculo con tu madre.
Todo lo que recrimines a tu madre, la vida se encarga de que lo vivas en tus relaciones importantes. Tu madre fue el canal para tu existencia. La posibilidad de tu arribo a este mundo pasó por ella, sin ella no hay vida para ti.
Quienes se creen mejores que su madre cierran su posibilidad de plenitud. Lo que el ego reclama, a la sabiduría interna le duele.
Esa madre, mi madre es la perfecta para mí, no porque sea perfecta sino porque al trabajar mi relación con ella, al sanar desde mí lo que me dolió de ella yo crezco y seamos honestos crecemos más de lo “no tan bueno” que de lo bueno.
Reconciliar el vínculo con la madre no es llegar a ser mejores amigas, es reconocerla, aceptarla tal como es, tomar distancia si es necesario poniéndola en tu corazón como lo que es, tu madre. En muchas cosas no solo el ser que te dio la vida, sino además quien te ha sostenido en ella de una u otra manera.
El Dr. Hellinger desde sus Constelaciones Familiares, nos muestra el camino para reconciliar el vínculo con ella: “Te miro madre y te pongo en mi corazón, miro tu dolor, miro lo difícil en tu devenir, miro el precio que has pagado y con esto en mi corazón, en tu honor voy a una vida plena” “Que tu devenir no sea en vano” “Te honro y honro en ti a todas mis ancestras”.
Esta fórmula dicha desde el corazón honesto, nos permite ir a la plenitud con fluidez, con paz… y tal vez entonces sea posible construir una mejor relación con nuestros amados, romper el ciclo, crecer desde sus dificultades, que sus experiencias de vida no sean en vano.
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