Artículo.- Euforia futbolera
Revista : CELEBRA
Edición: AÑO 4/EDICIÓN 6/junio 2018
Revista mensual del periódico Victoria de Durango
Dra. Ma. Luisa Rivera García
Cada cuatro años nos invade una euforia futbolera, imposible de evitar. En todos los medios de comunicación, a donde quiera que vayas, a toda hora el tema será el fútbol. Puedes ser aficionado de corazón o puedes odiarlo, no importa de cualquier manera el fútbol invadirá tus comidas, tus reuniones y toda tu vida cotidiana será permeada por el Mundial de fútbol. Este año a realizarse en Rusia, como ya todos sabemos.
Durante el mundial se paralizan labores, se cambian horarios televisivos, incluso el sexo como tema recurrente y frecuente pasa a segundo término.
Kitchin, sociólogo inglés, considera al fútbol como el único “idioma mundial” y si pensamos en globalización, qué más globalizador que 32 países compitiendo entre ellos durante un mes.
Desde luego que es un generador de recursos económicos inmensos y como tal, no está exento de contubernios, ilegalidades y fraudes, algunos expuestos en la serie “Club de Cuervos” , pero que la realidad rebasa ampliamente. Entonces ¿qué nos pasa? ¿Qué se juega en nosotros que ni el fraude millonario denunciado dentro de la FIFA amaina la pasión por el fútbol?
Un grupo de investigadores de la Universidad de Coimbra, en Portugal, demostró que la pasión que sienten por el fútbol los aficionados es similar a los sentimientos de una persona enamorada. Catarina Duarte, Miguel Castelo-Branco y Ricardo Cayolla comprobaron, que los circuitos cerebrales que se activan en los aficionados son los mismos que los que se activan en los casos de amor romántico. Explicaron que ante situaciones de emociones positivas (un gol, una buena jugada o un buen resultado) se activan en el cerebro regiones similares del córtex frontal, donde se libera dopamina (hormona de la felicidad) a modo de recompensa. Incluso, la amígdala cerebral que regula las emociones, se activa más, según Costelo-Branco en los aficionados que en los enamorados.
El mismo estudio propone que “la pasión tiende a prevalecer sobre contiendas más negativas como por ejemplo, la derrota contra un rival o alguna sospecha de fraude, ya que las experiencias menos deseadas tienden a ser suprimidas de la memoria emocional”
En pocas palabras el fútbol es un deporte que despierta, que nos conecta a nuestras emociones más intensas, en un partido podemos vivir una “montaña rusa” de estrés, frustración, odio, enojo, ira, tristeza, lágrimas, excitación, felicidad, amor, alegría, sonrisas. Es una catarsis, pero además es una catarsis colectiva, por lo que la liberación de endorfinas se multiplica y se comparte con todos los compañeros de camiseta, todos los que usamos los mismos colores; los jugadores, entrenadores, comentaristas, etc. ¡Una explosión de endorfinas!
Además, según expertos, diferente a lo que ocurre en las relaciones de pareja que sí terminan, la pasión por el fútbol no acaba porque se renueva constantemente; un jugador puede terminar su ciclo, pero vendrá otro a reemplazarlo, un partido se puede perder, pero otro se ganará, si mi selección no pasó a cuartos de final, aún alcanzo a conectar con alguno de los equipos finalistas y así constantemente.
Como en cualquier pasión habrá quien vaya al extremo y se fanatice, quien llegue a la violencia frente a la frustración que su equipo le cause, desafortunadamente lo hemos visto en más ocasiones de las que deberían ser. Ese es el riesgo de la pasión, que se desborde y nos arrastre. Y esa es la paradoja de la catarsis que el fútbol nos produce, o nos permite sublimar (cambiar de lugar) emociones y transferir al juego, a los jugadores, al equipo lo que en muchos casos no logro expresar o vivir en mi vida cotidiana y así lograr la descarga que me permita descansar; o en los peores casos esa misma adrenalina, no logra llegar a transmutarse en dopamina liberadora y al acumularse se torna en violencia.
En fin el fútbol es un deporte que aglomera un montón de gente que deja de lado sus diferencias para permitirse por un mes despejar sus mentes y olvidar sus problemas, llenarse de pasión, alegría, cervezas, carne asada y dopamina. En lo personal no soy muy aficionada pero en tiempos de elecciones se agradece un espacio que diversifique los temas.