Artículo.- CASA…DOS
Revista : CELEBRA
Edición: AÑO 4/EDICIÓN 10/octubre 2018
Revista mensual del periódico Victoria de Durango
Dra. Ma. Luisa Rivera García
Si hasta en la palabra está explicitado, ¿que es lo que no tomamos en cuenta cuando decidimos quedarnos a vivir con los padres de alguno de los dos, al hacer pareja?
Como hijos no ponderamos que los dueños de la casa serán ellos, por tanto seguiremos siendo los eternos “hijos de familia”, o sea ellos podrán meterse con nuestros horarios, con nuestros ingresos, nuestras dificultades o lo que les parezca.
Y esperen a tener hijos, porque entonces la abuela, si tiene alguna carencia o si simplemente tiene espacio en su corazón y vida, va a querer alimentar al niño todo el tiempo, lo que puede ser una gran ayuda… pero será en sus términos y bajo sus reglas.
Si es mi madre a lo mejor no es tan difícil, pero si es mi suegra, la vida va a ser pesada. Y ya no hablamos de la posibilidad de intimar entre la pareja porque obvio estará limitada, por grande que pueda ser la casa habitación no podremos andar por ella ni tener muestras de afecto con libertad.
Habrá madres o suegras más o menos intrusivas pero será su casa y será muy difícil que no surjan conflictos de interés.
Como padres ¿a que nos exponemos cuando pretendemos “acoger” a la pareja que recién se formó?
Obvio que buscaremos apoyarlos en este nuevo reto. Pero será posible que este “apoyo” termine limitando su desarrollo como individuos y como pareja. No se enseña a un niño a caminar, cargándolo. Vamos a enfrentar muchos desencuentros con nuestra hija o hijo porque no nos parecerán sus formas de relacionarse como pareja y menos los que el “otro” tenga con el “nuestro”. Cuando observemos conductas que en nuestro código familiar no sean aceptables y seguro las habrá (es alguien que viene de otro sistema familiar) será muy difícil no intervenir.
Las parejas tienen sus negociaciones internas, sus formas propias de resolver sus conflictos y desde luego sus “interacciones” que los lleva a ir formando su microcosmos relacional. Estar demasiado cerca como observadores “externos” será muy complicado porque estamos implicados. Tendremos opiniones propias que serán difíciles de expresar. Ni hablar de que nuestra propia intimidad será interrumpida, nuestra economía mermada; seremos naturalmente excluidos de su “microcosmos” e incluso podremos ser considerados los “enemigos”.
Desde la “buena intensión” o por cuestiones económicas, podremos entrar en dinámicas complicadas que enredan el fluir amoroso.
En resumen, “el casado casa necesita” y por salud emocional de todos, será bueno que la nueva pareja busque su espacio propio, por mínimo que sea.
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